miércoles, 15 de agosto de 2012

En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere,
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias,
no he gemido ni llorado,
antes las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, jamás he postrado.

Mas allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror,
no obstante la amenaza de los años me halla,
y me hallará... sin temor.

Ya no importa cuán reto haya sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a la espalda.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma. Invictus.

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